Los recuperados del covid que fallecen

Por: Jairo Andrés Rendón Ph.D.

Acorde a los reportes del Instituto Nacional de Salud, en lo corrido de noviembre se han registrado 3.067 fallecidos por covid en Colombia, 180 fallecidos en promedio al día. No deja de llamar la atención que de estos fallecidos 1.113 casos figuraban como recuperados el día inmediatamente anterior al que se registrara su muerte.

Más de una de cada tres muertes registradas en noviembre son de personas que sabíamos se habían contagiado, pero que pensábamos se encontraban recuperadas.

Los casos registrados de covid en Colombia superaron los 1,2 millones. Es claro que los recursos físicos, humanos y financieros no alcanzan para monitorear a todos los contagiados. Hay muchas cosas que sabemos del covid que nos pueden ayudar a focalizar recursos.

Por ejemplo, sabemos que la gran mayoría de contagiados son casos leves, de personas jóvenes, que se recuperan en aproximadamente dos semanas sin requerir atención hospitalaria. Para esta inmensa mayoría, probablemente lo importante es asegurarnos que se aíslan para evitar nuevos contagios, mas no necesariamente es importante hacer un seguimiento cercano de su estado de salud.

Seguramente tampoco es necesaria una prueba PCR para comprobar que ya están recuperados, cuando tenemos una capacidad limitada para procesar pruebas y estas pueden ser requeridas para identificar nuevos casos.

Pero también sabemos que el covid es especialmente peligroso en individuos de la tercera edad, en personas con comorbilidades y que la mayoría de los fallecidos son hombres. Esperaríamos que a los contagiados en este grupo sí se les hiciera un seguimiento cercano de su estado de salud.

Los recuperados que luego fallecieron pertenecen a este grupo: tenían en promedio 70 años y el 65 por ciento de ellos eran hombres. Pero no parece que se les estuvieran prestando especial atención, pues el 82 por ciento figuraba ubicado en casa el día anterior al registro de su muerte, y el 97 por ciento había sido clasificado como recuperado sin una prueba PCR.

Algo debe estar fallando cuando los recuperados por covid se nos mueren, especialmente cuando representan más de un tercio del total de muertes. La mayoría murió a los pocos días de haber sido clasificado como recuperado: no sabemos si así se sentían o si recibieron la atención adecuada.

¿Será por esto que la curva de fallecidos no ha querido bajar más?

¿Qué pasa con los sospechosos por covid en las UCI de Bogotá?

Por: Jairo Andrés Rendón Ph.D.

Ayer se empezó a hablar de alerta roja en Bogotá por el alto número de camas ocupadas en UCI. Acorde a las cifras de Saludata, de 1,013 camas disponibles para covid en la capital, 849 se encuentran ocupadas, lo que representa una ocupación del 84 por ciento.  El mensaje que nos da el gobierno local es claro; nuestro sistema de salud comienza a saturarse y podemos colapsar por lo tanto debemos volver a encerrarnos.

Pero si van a usar la cifra de ocupación UCI para justificar volver al encierro, lo mínimo que debe existir es claridad en los números que nos reportan, pero esto no es así.  Ya en una entrada anterior, hace más de un mes, había mostrado cómo la gran mayoría de pacientes en UCI en Bogotá por covid no tienen un diagnóstico.  A corte del 5 de Julio se reportan 849 pacientes en UCI, pero de estos 710 no tienen un diagnóstico de covid con prueba PCR.  Hace más de un mes 78 por ciento de pacientes en UCI no tenían diagnóstico, hoy son el 84 por ciento. La cosa no ha cambiado.

Para dimensionar el número de pacientes sin diagnóstico en UCI en Bogotá basta compararlo con el número total de pacientes en UCI en el país que es de 875.  En Bogotá los sospechosos son casi tantos como el total de confirmados con covid en UCI en el país.  Con razón estamos a punto de saturar el sistema.

Pero el problema de los sospechosos no es solo que saturen el sistema, queda la pregunta de qué está pasando con ellos. Desafortunadamente no tenemos datos de los sospechosos, pero sí de los confirmados.  Si realmente esos sospechosos tienen covid entonces el comportamiento de los confirmados nos puede decir algo sobre los sospechosos.

De los confirmados en UCI podemos decir por ejemplo que la estadía en UCI es larga.  En promedio, quienes han entrado a una UCI en Bogotá después del 15 de mayo han permanecido en esta por 18.7 días y este número subestima la verdadera duración en UCI, pues muchos de los enfermos aún continúan ahí.

Desafortunadamente la mayoría de los que han salido de UCI es porque fallecieron. Desde el 15 de mayo han entrado a UCI 266 nuevos pacientes con covid confirmado, de estos 81 han fallecidos, 43 se han recuperado, 8 más han logrado salir de UCI pero aún no se han recuperado y 134 se mantienen en cuidados intensivos (los 5 adicionales que hay hoy en UCI son pacientes que entraron a esta antes del 15 de mayo).

Quienes fallecen son usualmente las personas mayores.  La gráfica de abajo muestra el estado de los pacientes a julio 5 por rangos de edad.  La edad promedio de los pacientes ingresados a UCI es 55 años, de estos quienes fallecieron tienen en promedio 65 años mientras quienes se han recuperado tienen en promedio 50 años.

De los sospechosos no sabemos nada.  Para empezar, no sabemos que los hace sospechosos ¿Un resultado de una prueba serológica en lugar de una PCR? ¿Una tomografía? ¿Los síntomas? Tampoco sabemos quiénes son, su edad, cuando entran a UCI, cuánto duran o por qué salen del listado.

Lo único que podemos ver es en total cuantos sospechosos hay en UCI en cada fecha (no vemos la dinámica del flujo, solo vemos el stock).  Del stock sabemos que desde el 15 de mayo los sospechosos han pasado de 141 a 710, un incremento de 569 pacientes en mes y medio.  En el mismo periodo el stock de confirmados creció en 100 y cómo se mencionó arriba este incremento vino acompañado por 81 fallecidos.

¿Qué le está pasando a los sospechosos? Estos saldrían del listado por las mismas razones que los confirmados o porque se confirmó o rechazó la sospecha.  Dudo mucho que esos sospechosos estén pasando a confirmados pues como se documentó arriba la estadía en UCI es larga y los casos confirmados no crecen al mismo ritmo que los sospechosos.

Si estos sospechosos realmente tienen covid entonces la preocupación es sobre los fallecidos ¿Cuántos se han muerto? ¿Cómo están contando estas muertes sin diagnóstico? Desafortunadamente, en Colombia no tenemos datos actualizados de las muertes totales como para calcular el exceso de muertes que podrían ser atribuibles al covid sin necesidad de tener un diagnóstico, pero entonces, los sospechosos deberían ser diagnosticados prontamente, al menos los que están en UCI.

Las UCI en Bogotá y el alargamiento de la cuarentena

Por: Jairo Andrés Rendón Ph.D.

Claudia Lopez advierte que cuando la ocupación de las UCI destinadas a atender los casos de coronavirus en Bogotá llegue a 50 por ciento se pondrán más estrictas las restricciones de movilidad en la capital.  Este indicador es el más referenciado para justificar flexibilizar o volver más rígidas las medidas de aislamiento, por lo tanto, vale la pena escudriñar en él.

Al revisar las cifras de pacientes en UCI encontramos que se clasifican en 2 grupos: pacientes confirmados y sospechosos o probables. Desde que tenemos registros, el 8 de abril, la fracción de sospechosos es casi siempre más de las dos terceras partes del total de pacientes en UCI, y hasta el 27 de mayo el promedio es del 78 por ciento. Esto quiere decir que, para casi 8 de cada 10 pacientes en UCI, que creemos tienen coronavirus, no tenemos un diagnóstico.

Es entendible que los enfermos entren a la unidad de cuidados intensivos sin un diagnóstico y que, debido a sus síntomas y exámenes, ojalá una tomografía, se sospeche que tienen covid-19.  Pero se esperaría que tan pronto ingresan a la UCI se realice una prueba para confirmar su diagnóstico y entrarían a ser parte de los casos confirmados o saldrían del indicador.

La gráfica de abajo muestra la evolución del número de pacientes en UCI, las barras azules son pacientes confirmados y las barra naranjas pacientes sospechosos.  Lo que observamos es que el total de pacientes en UCI ha venido creciendo, pero casi que exclusivamente a punta de casos sospechosos, los confirmados solo se han incrementado en los reportes de los últimos 2 días pero siguen siendo menos del 25 por ciento.

Si el pronóstico sobre la posibilidad que un paciente en UCI esté contagiado de coronavirus fuese usualmente acertado, deberíamos ver que las barras azules se incrementan a medida que se incrementa el número total de pacientes en UCI, pues la estadía en UCI de los pacientes con coronavirus no es corta. De hecho, el modelo covid-19 de Bogotá asume una estadía promedio en UCI de 10 días y los datos de otros países sugieren incluso 14 o 15 días.

¿Por qué no crecen las barras azules? Se me ocurren tres posibilidades: 1. No estamos haciendo pruebas a los sospechosos o toman mucho tiempo los resultados. 2. La rotación en UCI es muy alta para los pacientes con coronavirus. 3. Los sospechosos realmente no tienen coronavirus.

Si no estamos haciendo pruebas los pacientes en UCI o entregando oportunamente los resultados, pensaría que tampoco lo estamos haciendo con el resto de la población, esto sería preocupante pues entonces el número de contagiados serían mucho peor de lo que muestran las estadísticas de casos confirmados.  Sin embargo, a la vez deberíamos estar viendo un gran número de fallecimientos pues las experiencias de otros países muestran que una gran fracción de pacientes en UCI por coronavirus mueren. En Bogotá la curva de fallecidos por covid-19 no ha crecido tan rápido, esperemos que no sea porque no los contamos.

Si la rotación en UCI fuese alta entonces, aunque los casos sospechosos se confirmen, estos estarían saliendo rápido de la UCI.  En este caso la UCI se satura por la gran cantidad de nuevos casos que llegan como sospechosos, lo bueno es que se pueden evacuar rápidamente.  Sin embargo, los datos de otros países indican que las estadías por covid-19 son usualmente largas y entonces esto sugeriría que en Bogotá los tratamientos y tiempos deben ser diferentes a los de otros países.

Si el problema es que los sospechosos realmente no están con coronavirus entonces la situación no es tan complicada como la pintan en términos de la pandemia, pero desastrosa en términos sociales y económicos. Estaríamos usando un indicador que genera temor en la población para justificar un aislamiento que ya está desgastando a la gente.

Sé que puede haber otras explicaciones y que sin datos es difícil identificar que es lo que está pasando realmente, pero lo importante es que exista suficiente claridad en el indicador porque a partir de este se están tomando las decisiones en salud y económicas.

La falacia de la cuarentena

Por: Jairo Andrés Rendón Ph.D.

Ganarle la guerra al coronavirus es aplastar la curva de nuevos contagiados minimizando el número de fallecimientos y el costo económico, pero esto no lo vamos a lograr exclusivamente a punta de cuarentena.  El aislamiento fue la medida acertada en una primera etapa defensiva mientras nos preparábamos para la ofensiva, pero luchar contra el coronavirus, armados solo con la cuarentena es insuficiente y perderemos la guerra.

Con la cuarentena reducimos el número de contactos diarios de las personas y por lo tanto la tasa de transmisión, se teme que una vez levantamos la medida vuelven los contactos y con ello los contagiados por coronavirus.  Bajo estos supuestos la cuarentena lo único que hace es desplazar la curva.  Su pico es inevitable y este solo se va a alcanzar cuando se logra que una alta fracción de personas que han sido infectadas desarrollen anticuerpos. Al llegar a este punto el virus ya no tiene como esparcirse y desaparece.

Nos enfrentamos entonces a la falsa dicotomía entre permanecer encerrados hasta que se encuentre una vacuna, como ha manifestado Claudia Lopez, o asumir los costos en salud hoy para reducir los costos económicos. Pero en este debate no hay tapabocas, testeo, rastreo o aislamiento focalizado en contagiados y su grupo de contacto.  Pareciera que, aunque se reconocen los beneficios de estas medidas, se asume que sus efectos son marginales o que tienen un efecto igual al del aislamiento, es decir, tan solo desplazan la curva. Pero la curva se puede aplastar y ya podemos ver como algunos países lo están logrando.

La gráfica de abajo muestra el promedio de 10 días de nuevos casos diarios para Suecia y Noruega.  Suecia y Noruega arrancaron igual en casos confirmados, pero Noruega tomó medidas más estrictas que Suecia. De hecho, Suecia es referenciada como ejemplo de una resignación a que gran parte de los ciudadanos se van a contagiar y no vale la pena asumir el costo económico.  Sin embargo, a diferencia de lo que se afirma, se observa que Noruega logró torcer la curva antes que Suecia y sin alcanzar un número alto de casos.  A esto es a lo que nos referiremos con aplastar la curva que va más allá de aplanarla.

Noruega logró esto sin quedarse indefinidamente en cuarentena y mientras ha relajado sus medidas de distanciamiento social.  El índice Oxford covid-19 rastrea la severidad de respuesta de los gobiernos ante el coronavirus, el índice va de 0 a 100 dónde 100 equivale a las medidas más estrictas.  Noruega llegó a registrar un índice de 79.6. pero desde el 19 de abril ha venido bajando y hoy se encuentra en 58.7.  Suecia se sitúa hoy en su puntaje máximo de 47.5.

Noruega no es el único ejemplo de que se puede aplastar la curva: Australia, Nueva Zelanda, China e Islandia, por mencionar algunos casos, también lo han hecho y todos con diferentes políticas, unas más restrictivas que otras.  De hecho, el éxito en la lucha contra el covid-19 no está en que tan estrictas son las medidas. El índice Oxford covid-19 para Colombia hoy es 90.7, su máximo fue 93.4, llevamos cerca de 2 meses en cuarentena y la curva sigue para arriba.

En Colombia algunas regiones han demostrado que podemos vencer al coronavirus o al menos darle la batalla. Mientras Bogotá sigue creciendo y la costa caribe acelera, Antioquía ha logrado aplanar su curva .  Ya algunas voces afirman que las diferencias se deben al cumplimiento de las medidas de aislamiento por parte de los ciudadanos.  El alcalde de pueblo viejo en la costa caribe, ante la gran cantidad de casos en su municipio, se lamenta resignado afirmando que, debido a la cultura costeña, era más difícil hacer cumplir la cuarentena en su pueblo y por eso la gran cantidad de casos.

La gráfica de abajo muestra las tendencias de movilidad en estaciones de transporte para Bogotá, Antioquia, Valle del cauca y Atlántico a partir de los datos de google.  Pareciera que todos estamos acatando la cuarentena por igual, pero si así es ¿Por qué Antioquia baja y los demás suben? La respuesta debe estar en lo que se hace más allá de la cuarentena: pruebas, tapabocas, rastreo y asilamiento a contagiados. La gráfica se ve igual si miramos la movilidad en parques o centros comerciales.

La falacia de los críticos de la cuarentana está en asumir que solo desplaza la curva, la falacia de quienes se niegan a relajarla está en pensar que es la única herramienta para luchar contra el coronavirus.  No podemos vivir en cuarentena eternamente, pero mientras no exista plan para salir toca quedarnos guardados.

¿Medir el contagio de covid por habitantes en Bogotá?

Por: Jairo Andrés Rendón Ph.D.

El covid-19 ha evolucionado diferente en las localidades de Bogotá.  Kennedy con 942 casos representa cerca del 20 por ciento de los casos confirmados en la capital y con 38 fallecidos aporta el 25 por ciento de los muertos.  Sin embargo, la alcaldesa advirtió que teníamos que ver los números con cuidado pues era lógico que Kennedy aportara más casos que otras localidades dado que tenía más población.  Al ajustar por población las localidades que requieren mayor atención son Antonio Nariño, Teusaquillo y Chapinero.

Sin embargo, aunque para algunas enfermedades puede ser razonable comparar regiones ajustando por la cantidad de habitantes, para entender la evolución del covid-19 no necesariamente lo es y menos para comparar localidades en una misma ciudad dónde todas están expuestas a las mismas normas y misma política en Salud.

Tampoco es clara la conexión entre el conteo de contagiados por habitantes con los modelos epidemiológicos, al menos en esta etapa inicial del virus.  En el modelo SIR, qué tanto nos referencian, cómo se esparce el virus está determinado por el número de contactos que tienen las personas y el tiempo que dura infeccioso un contagiado.

Lo que importa entonces es el circulo en el que se mueven las personas a diario y este círculo es mucho más pequeño que la población de la localidad en la que viven.  No necesariamente quienes viven en Kennedy tienen contacto con más personas al día que quienes viven en Teusaquillo o Antonio Nariño.  Si le creemos al SIR lo que tenemos que hacer es reducir el número de contactos que tienen los contagiados. Los datos parecen ser consistentes con que lo que importa son círculos de contacto, por ejemplo, en Estados Unidos los principales focos de contagio son usualmente las cárceles, hogares geriátricos y plantas de envasado de carne.  En Colombia las cárceles de Villavicencio y Leticia también se han convertido en un foco.

Además, siempre nos han explicado lo que lo importa es la evolución del número de casos y lo que lo queremos buscar es aplanar la curva, lo cual se logra reduciendo el número de nuevos contagiados.  La curva se va a aplanar igual si la medimos como un simple conteo o si la medimos en términos de la población.

Las gráficas de abajo muestran como se ve la curva del acumulado de contagiados para Kennedy, la localidad con más casos confirmados en Bogotá, bajo un conteo simple (izquierda) y bajo un conteo por 100,000 habitantes (derecha).  La pendiente de la curva es la misma, lo único que cambia es la escala. Si el objetivo de aplanar la curva da lo mismo seguir el conteo simple que el ajustado por habitantes.

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El problema que podemos llegar a tener por contar ajustado por habitantes está en que nos puede distorsionar la asignación de recursos.  La gráfica de abajo muestra las curvas del acumulado de casos confirmados para las tres localidades que le preocupan a la alcaldesa cuando tiene en cuenta el número de contagiados por habitantes: Antonio Nariño, Teusaquillo y Chapinero, así como para Bosa y Kennedy.  La curva de Teusaquillo y Chapinero parece haberse aplanado mientras las de Kennedy y Bosa crecen aceleradamente.  Antonio Nariño preocupa porque su naciente curva arranca empinada.  ¿Vale la pena entonces concentrar esfuerzos en Teusaquillo y Chapinero en lugar de Kennedy o Bosa?

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¿Qué es lo que hace diferente a Kennedy o Bosa de Chapinero o Teusaquillo? Una hipótesis son las diferencias en ingresos.  Aunque todos estamos sufriendo, los más vulnerables tienen menos margen de maniobra y se ven obligados a salir, tienen más contactos y por ende más contagios.  La gráfica de abajo relaciona el ingreso y el número de días que tomó pasar de 50 a 150 casos confirmados por localidad.

Hay una relación positiva entre el ingreso y el tiempo que demora el virus en reproducirse.  Los dos puntos en la parte superior derecha son Teusaquillo y Chapinero a quienes les tomó 37 días en triplicar sus casos.  Kennedy lo hizo en 11 días y Bosa en 19.  Para contener el virus lo que deberíamos hacer entonces es llevar ayudas y pedagogías a las localidades con más vulnerables en lugar de enfocarnos en las localidades con más contagiados por habitantes.

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Reactivar la economía saliendo con estrategia.

Por: Jairo Andrés Rendón Ph.D.

La estrategia para luchar contra el Covid-19 no puede ser guardarnos indefinidamente como si fuese la única arma que tenemos contra el virus.  El aislamiento generalizado no es sensato ni desde el punto de vista económico ni de salud.  Durante el periodo de aislamiento generalizado jugamos a la defensiva resguardándonos de manera pasiva a la espera que llegaran los enfermos para tratarlos. Este era el camino correcto pues el ataque nos tomó por sorpresa y no estábamos preparados para enfrentarlo. Ha pasado un mes y la estrategia debe cambiar, es hora de pasar al ataque en la lucha contra el virus.

Llevamos más de un mes confinados y ya tenemos que pensar en volver a salir a producir en la nueva cotidianidad.  Desde el pasado lunes 27 por parte del gobierno nacional se abrió la posibilidad de reactivar los sectores de la construcción y manufacturas, aunque los mandatarios locales deben establecer las reglas con las que se reactivarán estos sectores. Bogotá despertó una gran polémica el domingo en la noche, pues cuando varios se preparaban a salir a trabajar al día siguiente, la alcaldesa anunció que las restricciones se mantenían y presentó una serie de procedimientos y plazos para autorizar gradualmente el regreso al trabajo a estos sectores.

Es evidente que Claudia López no es muy partidaria de relajar el aislamiento e incluso ha llegado a afirmar que debería continuar hasta que exista una vacuna.  Para respaldar sus decisiones Claudia cita los modelos de salud del COVID que utiliza la ciudad, en estos modelos relajar el aislamiento se traduce en un incremento en contagiados, pacientes que requieren atención hospitalaria y muertos.  Los modelos le dan un respaldo científico a las medidas y nos advierten de un panorama oscuro si no obedecemos.

El problema con los modelos es que son tan buenos como sus supuestos.  En el modelo que publica la ciudad asume que durante un tiempo se guarda entre el 60% y 70% de la población y que al levantar el aislamiento continúan guardados por otro rato los mayores de 70 y los niños.  En este modelo no juegan ningún rol las pruebas, las máscaras ni los protocolos de bioseguridad.  Como la única estrategia del modelo es el aislamiento generalizado entonces la curva no se aplana y lo único que podemos hacer es desplazarla al futuro alargando la cuarentena.  No es sorpresa entonces que la luz que ve Claudia para evitar esa curva de contagiados es que la vacuna llegue antes de acabar la cuarentena, pero esto a todas luces es económica y socialmente inviable, por no decir irrealista. Al mismo tiempo los ciudadanos ven un modelo dónde la curva es inevitable y se preguntan, con razón, si no es mejor asumir el costo en salud ya para evitar el costo económico de postergarlo.

Tenemos que abrir ya, pero lo debemos hacer con estrategia o de lo contrario el costo económico que ya asumimos guardándonos un mes se perderá. Por un lado, el éxito está en la identificación y aislamiento temprano de los contagiados, así como en el seguimiento y aislamiento a sus contactos. Aislar no es solo enviar a la casa, a los contagiados los debemos aislar individualmente como lo hace Corea del Sur, no los podemos mandar a casas de 40 metros cuadrados dónde viven 8 personas incluyendo adultos mayores; ahí está la infraestructura hotelera sin utilizar que podemos aprovechar.

Pero para poder identificar a los contagiados hay que hacer pruebas, muchas pruebas y contar con resultados rápidamente.  Actualmente estamos haciendo casi cuatro mil pruebas diarias y el tiempo en Bogotá entre inicio de síntomas y el diagnóstico es 12.5 días, esto evidentemente no es suficiente si varios vamos a salir a la calle.  Por el otro lado la calle y las firmas se deben preparar para recibir a la gente ¡claro que se deben establecer protocolos de bioseguridad! pero no es tarea del distrito crearlos pues para eso existen entidades privadas y mixtas que lo hacen, no podemos dejar que caiga en la burocracia de los mandatarios locales la discreción de decidir quien puede trabajar y quién no.

¿Alivio a las firmas o a los trabajadores?

Por: Jairo Andrés Rendón Ph.D.

La situación económica generada por el coronavirus no da respiro. Todos los días vemos a un nuevo sector pidiendo ayuda: la cultura, el fútbol, los restaurantes, los colegios privados e incluso las iglesias. Todos los sectores están asfixiados, las obligaciones siguen y no hay ingresos o estos se están viendo reducidos drásticamente. Las constantes solicitudes de los empresarios nos han llevado entonces a centrarnos en debatir cómo entregar recursos a las empresas, a cuáles y cambio de qué. Sin embargo, la idea de ayudar a la firma para que de alguna manera el alivio llegue al trabajador no va a funcionar en la coyuntura actual pues si no hay ventas, no hay firma y eso no lo cambia transferencia alguna.

Para ver como ayudamos a las firmas debemos reconocer que empresarios y asalariados tenemos algo en común, todos somos hogares y hoy todos necesitamos ayuda. Lo mejor que podemos hacer es concentrar nuestros esfuerzos en esa necesidad que tenemos en común, cubrir las necesidades del hogar, sin importar si ese hogar genera su ingreso por un salario, honorarios, rentas por un arriendo o dividendos. Adicionalmente, los alivios deben ser para todos, nadie se queda por fuera sin importar su situación laboral o ingreso. Obviamente algunos reciben más ayudas que otros, pero todos tenemos acceso a algún beneficio en caso de necesitarlo.

La ventaja de ayudar directamente al hogar es que quitamos el peso de esa responsabilidad a las empresas. Si no permitimos que las firmas recorten nóminas y reduzcan gastos entonces no vamos a tener firmas cuando pase el aislamiento; las que sobrevivan van a retomar labores asfixiadas, endeudadas y con una acumulación de obligaciones que las dejará en una situación muy frágil. No le podemos pedir a las firmas que mantengan gastos y no tengan ingresos, cualquier empresario sabe que esto no es negocio y lo óptimo es cerrar. Las transferencias a las firmas para cubrir los gastos de nómina no van a cambiar la decisión del empresario, pues el propósito de las firmas no es hacer transferencias monetarias a los empleados mientras se asumen arriendos, servicios e intereses de financiación sin recibir un ingreso.

A las firmas les debemos permitir hibernar mientras pasa la emergencia para no acabarlas. Liquidar una firma es costoso y si se liquida es difícil que vuelva a arrancar. Debemos permitir que durante la emergencia las firmas envíen a sus trabajadores a licencias no remuneradas y no paguen arriendos ni servicios públicos, así, cuando sea momento de volver a arrancar, no cargan con el lastre del aislamiento. En este escenario el trabajador no ha sido despedido y por lo tanto no hay necesidad de liquidarlo. El empleado puede sustituir su ingreso accediendo a las cesantías (algo que ya puede hacer). Cómo probablemente las cesantías no sean suficientes deberíamos permitir que reciba una mesada pensional anticipada de su fondo de pensiones, mientras pasa la emergencia. Por el lado del arrendador este podría estar dispuesto a sacrificar algo del canon de arrendamiento si existen alivios, como el no pago de la hipoteca, pues él sabe que no es realista esperar el pago del arriendo si el arrendador no genera ingresos, además, si hoy le devuelven un local u oficina, el arrendador sabe que no lo va a poder arrendar por un buen tiempo.

El análisis no solo aplica a firmas sino también a quienes viven de la renta. La propuesta de alivios en arriendo, que actualmente se discute, se está quedando coja precisamente porque se enfrascaron en la disyuntiva de que el beneficio del arrendatario es el costo del arrendador. Separamos a los agentes y nos olvidamos de las necesidades que tienen en común. El problema de ver las cosas de esta manera es que terminamos en que, con cualquier cosa que hagamos, una parte se beneficia a costa de la otra. Lo que debemos hacer es crear un mecanismo para que ambos se beneficien y ambos asuman un costo. En posts anteriores propuse una serie de ideas dónde todas estaban enfocadas en aliviar a los hogares directamente, incluyendo un mecanismo para aliviarle el costo a los arrendatarios y proveerles liquidez a los arrendadores.

¿Cómo va el COVID-19 en Colombia?

Ayudas alimentarias y servicios médicos en tiempos del coronavirus.

Por: Jairo Andrés Rendón Ph.D.

Tenemos que ocuparnos de las necesidades de la gente de manera inmediata, especialmente las de los más vulnerables, pero sin dejar de ayudar a nadie. No es momento de desgastarnos en discutir sobre cuál es el mejor mecanismo que focaliza las ayudas.  Hoy la cuestión es de urgencia y es mejor pecar por generosos que por precavidos.  La nota macroeconómica de la universidad de los Andes asegura que las medidas del gobierno beneficiarían a cerca de 14 millones de personas pero que las bases del régimen subsidiado de salud cuentan cerca de 23 millones de personas, es decir que solo comparando estas dos muestras la diferencia es de 9 millones de personas que muy probablemente requieren una asistencia y no van a acceder a ellas.  Si además empezamos a contar a los colombianos y venezolanos, que no están registrados en ninguna de estas bases y requieren ayuda, la cifra seguramente es mucho más alta.

Las personas para sobrevivir esta pandemia requieren un techo, alimentos, servicios públicos y medicinas/servicios médicos.  De alguna manera se han realizado propuestas para garantizar el acceso a servicios públicos y se habla de transferencias monetarias para que financien el resto, sin embargo, la sola entrega de dinero se queda corta para garantizar el acceso a los bienes y servicios básicos de los hogares pues no se garantiza que va a alcanzar para todo y menos que se logra mantener el nivel de consumo de estos. Hoy cuando muchos hogares se ven expuestos a choques adversos no es el momento de realizar ajustes, de hecho, en la mayoría de los casos es imposible realizarlos. Quien se queda sin trabajo hoy no puede salir a buscar una vivienda más barata, no puede migrar y si se va dónde sus familiares tendríamos en salud un efecto contrario al que buscamos con el aislamiento. Hoy realizar ajustes en el consumo de vivienda, servicios médicos y servicios públicos es muy difícil, solo quedan los alimentos dónde el margen no es muy grande.

Una de las restricciones para tomar medidas es nuestro sistema económico descentralizado dónde varios agentes aportan un pedazo al proceso de producción y todo funciona.  Quien siembra y cosecha el maíz no es quién vende las arepas, pero del valor de la arepa algo llega al agricultor.  Milagrosamente este sistema trabaja sin que exista un encargado de la producción y suministro de arepas a la población.  Este sistema funciona maravillosamente bajo condiciones normales o de bajo estrés, sin embargo, nos ha dejado muy expuestos en situaciones extremas como la que vivimos actualmente. No podemos seguir tomando medidas hoy confiando que este sistema va a cumplir nuestros objetivos propuestos. Desafortunadamente eso es lo que estamos haciendo, creemos que si le damos ayudas a los bancos y empresas eventualmente algo llegará a aliviar los hogares. El decreto 444 que da vida al fondo de mitigación de emergencias es muy específico en decir de dónde sacará los fondos pero muy vago en decir qué va a hacer con ellos.

En un post pasado propuse tres ideas para aliviar a los hogares, estas están dirigidas a la vivienda y los servicios públicos.  La propuesta era un gran crédito nacional a todos los hogares del país para financiar las hipotecas, arriendos y servicios públicos, bajo esta propuesta todos viviremos a crédito por unos meses con el estado como financiador.  El mecanismo era comprar la deuda que tenían los establecimientos de crédito y arrendadores y cesar los cobros.  Las medidas tomadas por el gobierno durante el fin de semana quedaron a menos de medio camino, van a comprar la deuda a los bancos, pero no dicen nada de cómo el alivio llega a los hogares.  Se sigue pensando que los mecanismos del modelo eventualmente lograran que algo llegue a la gente. Ya hay varias voces que se oponen a la medida y con razón.

Propongo ahora unas ideas para garantizar el acceso a alimentos y servicios médicos.  Para acceder a los alimentos tenemos varios retos.  Por un lado, aunque se asegura que se garantiza el abastecimiento, las noticias de incrementos desmesurados en los precios son constantes y al mismo tiempo los campesinos aseguran que ellos no están recibiendo mayores ingresos ¿Qué puede estar pasando? Probablemente que los intermediaros están aprovechando la situación y extraen rentas de una población ya ahogada.  Bajo este escenario cualquier transferencia monetaria tendrá un menor poder adquisitivo del esperado si no hay una regulación de precios.  Por otro lado, quien requiere comprar alimentos debe ir físicamente a un mercado y enfrentar aglomeraciones en contravía de lo que nos piden las autoridades de salud, y aunque se recomienda hacer pedidos a domicilio quien recibe una transferencia del estado no se puede dar el lujo de pagar domicilios.  Lo que debemos hacer es llevar directamente a los barrios los alimentos y medicinas y entregarlos puerta a puerta.  Claro que la logística sería un gran reto, pero hoy tenemos muchos recursos ociosos que podemos utilizar.  Podemos empezar por las grandes ciudades dónde varias personas viven cerca y se tiene la infraestructura para llegar a los hogares.  Para garantizar ordenadamente la entrega, esta puede estar acompañada por los organismos de seguridad. Otra ventaja es que el estado sería quien compra gran parte de los alimentos, tiene poder de mercado y puede garantizar buenos precios (en ausencia de corrupción). Si en otros países pueden construir hospitales en unas semanas nosotros podemos generar una red para entregar alimentos.

En cuanto a servicios médicos el reto es más grande pues no producimos los bienes que se requieren para atender la pandemia.  Desafortunadamente esto es una consecuencia de nuestro sistema económico en cual los beneficios de la descentralización, especialización y comercio nos decían que, si los americanos son mejores que nosotros produciendo tanto respiradores artificiales como café, pero las diferencias son más marcadas en los respiradores artificiales, entonces lo mejor que podía pasar era que los americanos producían respiradores artificiales, nosotros café y los intercambiamos.  Hoy es muy difícil que nos cambien café por respiradores artificiales pues la escasez y urgencia por estos es mundial.  Nos toca a la carrera ajustar nuestro sistema de producción y aprovechar todos esos recursos que se están quedando sin usar de una manera responsable desde la perspectiva de salud.  El estado puede asegurar la producción de los bienes y servicios que se requieren para atender las necesidades obligando a las firmas a producir y vender al estado respiradores artificiales, tapabocas, camas de hospital e indumentarias para los trabajadores de la salud. Por otro lado, se puede usar la infraestructura hotelera para aislar a los contagiados con síntomas leves y al personal médico y hospitalario (en diferentes hoteles), de esta manera aliviamos a los hoteles y prevenimos el contagio al no mandar a un infectado o expuesto a su hogar poniendo en riesgo a su núcleo familiar.  Con esto podemos ayudar al sector hotelero sin que sea con un cheque en blanco. De la misma manera podemos usar la flota de transporte público para movilizar al personal médico bajo estrictas medidas de salubridad. Es punto es: nos toca producir lo que se necesita y podemos al tiempo poner a trabajar los recursos ociosos que tenemos y luchar contra el virus.

Reconozco que estas medidas son muy fuertes y uno de los principales retos es que se debe garantizar que sean transitorias para que en un futuro no puedan ser usadas de manera abusiva.  Sin embargo, el mundo cambiará después de esta pandemia, volveremos a ver los beneficios de la especialización y comercio con unos ojos más precavidos y desde ya nos debemos empezar a preparar para estos cambios.  En una próxima entrada discutiré unas propuestas de cómo debemos reacomodarnos.

¿Cómo va el COVID-19 en Colombia?

Tres propuestas de alivio económico para el aislamiento.

Por: Jairo Andrés Rendón Ph.D.

Ante el coronavirus el aislamiento es necesario, no negociable y lo más sensato, pero trae consigo unos costos económicos sin precedentes en la historia reciente del país. Las medidas tradicionales de política fiscal y monetaria para incentivar la economía no funcionaran igual en esta situación, pues estas políticas actúan como incentivos para que los hogares consuman e inviertan en momentos que son reacios a hacerlo, hoy los agentes simplemente no pueden salir a gastar. Estamos encerrados e imposibilitados para salir a consumir y producir, además, requerimos con urgencia productos que no solemos producir como lo son los respiradores artificiales. La situación actual es extrema e igual deben ser las medidas económicas.

Lo principal es preocuparnos por nuestros hogares y por lo tanto nos tenemos que asegurar que cualquier medida los beneficie a ellos. La política tradicional asume un efecto cascada en nuestro descentralizado sistema económico, por ejemplo, cuando se le da liquidez y recursos a los bancos comerciales la idea es que estos le presten a los agentes ese dinero a tasas de interés atractivas, quienes a su vez van a consumir e invertir incentivando la economía. Sin embargo, ya hemos visto en el pasado como muchas veces de la teoría a la práctica existe una gran brecha y se corre el riesgo que los bancos no entreguen estos recursos a los agentes como se esperaba.

Hoy se habla de aliviar a la empresa que no despida a sus trabajadores pero una muy importante fracción de colombianos viven de la informalidad y no se verían beneficiados de estas medidas. Eso sin contar el espacio que se abre para ambigüedades, por ejemplo, una gran cantidad de personas trabajan bajo la modalidad de contratos de prestación de servicios (especialmente en el estado), las firmas podrían simplemente no renovarlos y aún así acceder a los beneficios. No podemos arriesgarnos hoy a simplemente esperar que los beneficios lleguen de alguna manera y sin fricciones a los hogares porque la cuestión es de urgencia.

En esta primera entrega propongo 3 estrategias para aliviar a los hogares. La idea detrás de todas es que el estado actúe como un prestamista para cubrir las necesidades básicas de la gente durante el aislamiento y en los meses siguientes.

  1. Créditos: El banco central le compra a descuento a los bancos comerciales los pagos que deben hacer los hogares por concepto de créditos de consumo e hipotecario para los próximos 6 meses. Los bancos comerciales suspenden los cobros a los clientes, así como débitos automáticos y acciones de cobro. De esta manera se otorga liquidez a los bancos comerciales y se garantiza que el alivio llega a los hogares. Una vez se levante el aislamiento las personas tienen 1 año + 2.5 veces la duración del aislamiento para ponerse al día con sus obligaciones sin intereses, cargos o sanciones. El recaudo lo harán los bancos comerciales y por esto reciben una remuneración razonable (<1%).
  2. La fracción de hogares que vive en arriendo en Colombia es alta comparada a estándares internacionales. Durante periodo de aislamiento se suspenden los pagos de arriendos de vivienda. Una vez se levante el aislamiento los arrendatarios pagarán el 50% del valor del canon adeudado sin intereses, cargos o sanciones, el 50% restante será condonado. Todos debemos contribuir, tanto trabajadores como dueños de capital. Los hogares tienen 1 año + 2.5 veces la duración del aislamiento para pagar. Durante el periodo de aislamiento más los 3 meses posteriores se suspenden los desalojos. Los arrendadores que infrinjan la norma serán susceptibles a que les expropien el inmueble arrendado. Para proveer liquidez a los arrendadores el banco central les puede comprar la deuda del arrendatario generada durante el aislamiento a un gran descuento (tener en cuenta que el arrendador se está viendo beneficiado de la moratoria en los cobros hipotecarios)
  3. Se congelan los pagos por servicios públicos, el estado otorga liquidez a las firmas prestadoras de servicios. No hay cobro de intereses, suspensiones, sanciones ni cobros. Una vez termine el aislamiento las personas tienen 1 año + 2.5 veces la duración de la cuarentena para ponerse al día con sus obligaciones.*

Para cuantificar los costos de estas medidas debemos verlas como un préstamo y por lo tanto los costos serían los intereses que asumiría el estado por financiar estos préstamos y las perdidas en las que se incurriría por aquellos hogares que no puedan pagar su deuda. Es hora de que el estado confíe y preocupe por nosotros.

Estas políticas aplican para todos los hogares sin distinción de su estrato, hoy todos tenemos restricciones para salir a producir, además con estas medidas se alivia el peso con que cargan los empleadores en este momento. Quiero aclarar que con esto no quiero decir que no debemos brindar una mayor protección a los hogares más vulnerables ¡Claro que debemos hacerlo! pero sobre ese aspecto ya existen varias propuestas y quería concentrarme en otras.

*Afortunadamente Bogotá ya se adelantó en una versión de esta propuesta pero es importante que sea nacional.

¿Cómo va el COVID-19 en Colombia?

Medidas económicas para el COVID-19 ¿Inmunización del rebaño o contagio 0?

Por: Jairo Andrés Rendón Ph.D.

Ante la emergencia por el Coronavirus la facultad de economía de la Universidad de los Andes y el observatorio fiscal de la universidad Javeriana publicaron, por separado, un documento con recomendaciones de medidas económicas para enfrentar la pandemia. Las similitudes entre los dos documentos son mayores a sus diferencias: ambos recomiendan transferencias a los más vulnerables y alivios a las empresas que no despidan a sus trabajadores.  Las diferencias están en los detalles. Sin embargo, algo más tienen en común los dos documentos: las recomendaciones parecen estar desconectadas de las estrategias en salud, como si fuesen independientes y al menos hoy no parece existir claridad en qué es lo que vamos a hacer en Colombia aunque ya nos están soltando unas pistas.

En cuanto a estrategias en salud se identifican dos aproximaciones para controlar el coronavirus: Por un lado, está una estrategia de tratar de llevar el contagio a 0.  En esta estrategia se toman medidas en el corto plazo muy fuertes, como aislar a la fuerza comunidades de manera prolongada y viene acompañada de una gran cantidad de pruebas para identificar infectados y aislarlos.  Por el otro lado está la estrategia de inmunizar el rebaño la cual pretende disminuir el flujo de infectados para no saturar los servicios de salud, en esta estrategia se aíslan, no a los infectados, sino a quienes son más propensos a poner presión al sistema de salud, es una resignación a que eventualmente nos vamos a contagiar y varios van a morir.  Las pruebas no juegan el mismo papel.  Antes de pensar en medidas económicas es importante identificar las diferencias en costos y beneficios, tanto en salud como económicos, de cada una de las dos estrategias.

La política de contagio 0 impone condiciones extremas a la sociedad y la economía en el corto plazo: grandes aislamientos de comunidades (cierre de estaciones de trenes, aeropuertos, vías), cierre de plantas y ruptura en los procesos productivos. Son medidas tan extremas que pareciera que solo las imponen y pueden hacer cumplir estados autoritarios como China. En este escenario no basta con pensar en medidas económicas que se preocupan por la demanda pues el problema de la oferta se convierte en un gran cuello de botella. En su libro, “En compañía de extraños”, Paul Seabright cuenta cómo luego del desplome de la unión soviética un oficial ruso le preguntó quién estaba a cargo de la oferta de pan en Londres a lo que Seabright respondió que nadie lo estaba, resaltando las ventajas del descentralizado sistema económico inglés.  Probablemente bajo una estrategia de contagio 0 la descentralización de nuestras economías es un problema ¿quién nos va a a garantizar que llegan los insumos? ¿quién controla a los especuladores/acaparadores? ¿quién garantiza que todos reciban al menos lo mínimo para sobrevivir? Y no estoy hablando de dinero sino de bienes y servicios, pues realizar una transferencia monetaria a una persona de bajos ingresos no garantiza que pueda acceder a los bienes y servicios que requiere para sobrevivir.  En caso de implementar una estrategia de contagio 0 tenemos que enfocarnos en sobrevivir durante la medida por lo que debemos pensar más allá de subsidios, tenemos que hablar de controles de precios, regulación para el acceso a bienes y servicios y controles en la producción.  Medidas impopulares entre economistas pero que dadas las circunstancias debemos considerar, es hora de pensar más allá de la política monetaria y fiscal tradicional.   Aunque el estrés en el corto plazo de la política de aislamiento 0 es muy fuerte la ventaja de esta política es que se puede retornar a la normalidad relativamente pronto, como lo vemos en China.

La política de inmunizar el rebaño difiere los costos a largo plazo, pone a trabajar al sector productivo a media marcha por un buen tiempo e impone una gran presión sobre el sistema de salud por mucho tiempo, pues no solo debe atender a los contagiados y enfermos de hoy sino a quienes sufran las secuelas en el largo plazo ¿Cuántos de los infectados tendrán daños para toda la vida en su sistema respiratorio?  La duración de la política económica debe ser acorde al horizonte de la política en salud.  Al inmunizar al rebaño la economía no se frena en seco como en el contagio 0, de alguna manera nuestro sistema sigue funcionando, aunque a media marcha y podemos seguir contando con la descentralización.  Sin embargo, no dejaría de ser irónico tener una estrategia de salud de inmunizar al rebaño, dónde dejamos que el virus elimine a los más débiles y al mismo tiempo tener una estrategia económica orientada a proteger a los más vulnerables. Los principales costos de inmunizar al rebaño se miden en cientos de miles vidas ¿qué medida económica está focalizada en quienes van a poner los muertos? Angela Merkel predice que hasta 70% de los alemanes se pueden llegar a infectar con coronavirus, si en Colombia fuera igual eso significaría cerca de 34 millones de personas infectadas, si 3% requieren cuidado intensivo estamos hablando más de 1 millón de personas.  Estimativos de la ACS indican que «Colombia cuenta con 12.000 camas entre unidad de cuidados intensivos (UCI) y unidad de cuidados intermedios de adultos, de las cuales 5.300 camas son UCI con una ocupación cercana al 80%; y solo del 10-15% de las camas UCI operan como aislados». Para Colombia tratar de controlar el flujo de la infección es tan peligroso como jugar con fuego y probablemente 3% de pacientes en UCI es optimista pues este número se acerca más a la tasa de mortalidad en algunos países.  ¿Cuál es el costo económico de perder 1 millón de personas?

Las medidas tomadas recientemente por nuestras autoridades nacionales y locales parecen indicar que optamos por una estrategia de inmunizar el rebaño: se puso en aislamiento a los mayores de 70 y a Bogotá en aislamiento solo por el fin de semana ¿Qué pasará el martes cuando todos vuelven al trabajo?  Por otro lado, la estrategia de contagio 0 requiere gran cantidad de pruebas, Corea, quien ha adoptado por esta estrategia ha realizado más de 3,600 pruebas por cada millón de habitantes.  En China la cifra es 2,820.  En Colombia se dice que estamos en capacidad para procesar 2,200 pruebas diarias, pero al mismo tiempo se reporta que desde el inicio de la pandemia y hasta el lunes 16 de marzo solo se habían realizado cerca 2,300 pruebas (47 por cada millón de habitantes). ¿Qué nos dice esto? que hay dos opciones 1. tenemos la capacidad para hacer las pruebas pero escogemos no hacerlo. 2. no es cierto que podamos hacer 2,200 pruebas al día.  En cualquiera de los dos casos la falta de pruebas nos condena a inmunizar el rebaño.

Lo primero que tenemos que pedir es claridad al gobierno.  Mientras escribía esta nota Duque centralizó las decisiones de toque de queda y aislamiento que estaban imponiendo las autoridades locales como si estas fueran incompatibles la estrategia nacional (¿Inmunidad del rebaño?).  A los colombianos no nos han explicado las consecuencias de esta estrategia, a nivel macro tenemos modelos que dicen que socialmente es mejor aceptar unos sacrificados pero a nivel individual a nadie le han dicho que probablemente le toca poner los muertos.

¿Cómo va el COVID-19 en Colombia?